La multitarea: ¿mito o realidad?

¿Por qué hacer una sola cosa cuando puedes hacer varias a la vez?

Estuve hace poco en un congreso sobre Mindfulness en Empresas y asistí a una charla de Rasmus Hougaard de Potential Project. Nos propuso participar en un pequeño experimento, que puedes probar también:

  1. Cronometra el tiempo que tardas en escribir letra por letra “Puedo hacer dos cosas a la vez” en una línea de papel y, en una segunda, “1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25”

Ahora repites el experimento pero, esta vez, escribe una letra de la primera línea seguida de un número de la segunda:

  1. Pue…
    1 2 3…

¿Cuánto tiempo tardaste en terminarlo comparado con la primera vez? ¿Cometiste algún error?

Se ha demostrado que el cerebro humano sólo es capaz de atender a una tarea cognitiva a la vez. ¿Qué significa una tarea cognitiva? Se refiere a cualquier tarea que requiere que pensemos. Por ejemplo, hemos automatizado el andar hasta el punto de que no requiere que pensemos. Por lo tanto, podemos andar y hablar por teléfono, por ejemplo (aunque algunos estudios surgieren que es ligeramente más probable que choquemos con una farola si lo hacemos).

Task switching

Cuando se trata de emprender dos tareas cognitivas a la vez, resulta que el cerebro crea la ilusión de estar haciendo las dos a la vez (la dichosa multitarea) cuando, en realidad, nuestra atención está cambiando rápidamente de foco entre las dos.

Para entender esto mejor es útil pensar en cómo funcionaban los ordenadores cuando sólo tenían un “cerebro” o CPU (Central Processing Unit). El sistema operativo se encargaba de dar la impresión al usuario de que estaba ejecutando varias tareas de manera simultánea, dedicando un lapso de tiempo a cada una y switching (cambiando) rápidamente entre ellas. Hoy en día, la mayoría de los ordenadores cuentan con varios procesadores o cores que actúan como mini-cerebros, cada uno capaz de ejecutar una tarea en paralelo. En el cerebro humano, el equivalente al sistema operativo en este caso es la función ejecutiva.

Algunas investigaciones científicas han intentado cuantificar el coste asociado con cambiar constantemente entre una tarea y otra. El resultado fue que este coste en es significativo en términos de tiempo. Tal vez no te sorprenda si tardaste mucho más en escribir las dos líneas “a la vez” que en escribirlas de manera secuencial. Este tiempo es lo que tarda la función ejecutiva en cambiar el foco de atención, eliminar las reglas de la primera tarea y cargar las reglas de la segunda.

La multitarea crónica

Hay un dicho entre neurólogos: “neurons that fire together, wire together”. En otras palabras, nuestros cerebros son plásticos y el uso que les damos los modifica para facilitar ese uso. Entonces, es de esperar que las personas que tienden a ser multitaskers (a hacer varias cosas simultáneamente) desarrollen cerebros que a su vez fomentan esa tendencia. Esto es justo lo que descubrieron unos investigadores de Standford. Se hicieron la pregunta de si tener un cerebro condicionado por la multitarea suponía alguna ventaja. La mala noticia es que las personas con una tendencia crónica hacía la multitarea rendían menos que personas “monotarea” en todas las pruebas: peor capacidad de concentración, peor memoria, etc. Sin embargo, lo más sorprendente fue que también su rendimiento fue peor en una prueba que requería cambiar el foco de atención rápidamente, porque se distrajeron más fácilmente por estímulos irrelevantes.

Los supertaskers

A raíz de los estudios se ha ido identificando una tipología de personas con una capacidad elevada de hacer varias cosas a la vez. También tienen que cambiar el foco de atención rápidamente entre una tarea y otra pero, por algún motivo, lo pueden hacer de manera muy eficaz. Si estás pensando que tú podrías ser uno de ellos, ten en cuenta que representan sólo un 2% de la población.

He trabajado muchos años en una sala de negociación de mercados de capitales y siempre me ha asombrado la capacidad que algunas personas tienen de mantener una conversación y, a la vez, estar atento/a a movimientos de precios y órdenes de operaciones. He notado que en un momento dado parecen muy enfocados/as en sólo una cosa, pero con una consciencia más amplia que les permite cambiar el punto de foco según las necesidades que surjan en el momento. Incluso cuando están trabajando, te dan la impresión de que te están prestando una atención plena. Muy diferente de la experiencia de estar con alguien que está mirando sus mensajes de WhatsApp mientras hablas.

El peligro de la multitarea

Un estudio especialmente preocupante ha equiparado el riesgo de conducir bajo la influencia del alcohol con el de conducir mientras hablas por teléfono, incluso con el manos libres. Pero tal vez el peligro más insidioso es la confianza exagerada en nuestra propia capacidad de multitarea, del mismo modo que un conductor ebrio sobre-evalúa su seguridad detrás del volante.

La distracción y la evitación

A veces intentamos hacer varias cosas a la vez porque creemos que es más eficiente, pero en otras ocasiones nos distraemos con otras actividades porque estamos “aburridos”.

Creo que es interesante analizar lo que queremos decir cuando hablamos de aburrimiento. Una reunión que va de muchos temas que no te conciernan, pero a la cual tienes que asistir por si tienes que intervenir, podría calificarse como una reunión aburrida. En este caso, el aburrimiento se refiere a la dificultad de mantener la atención en asuntos que no interesan. Si no consigues mantener la atención, el cerebro activa la red neuronal por defecto (Default Mode Network). Es una red única al cerebro humano que nos permite hacer planes a futuro, reflexionar sobre el pasado y pensar sobre nosotros. Algún sentido tiene: si no tenemos nada que hacer, ¿por qué no dedicar el tiempo a solucionar otro problema? El problema de verdad viene cuando no nos damos cuenta de que estamos viajando mentalmente en el tiempo y escuchamos nuestro nombre pero no tenemos ni idea de que se ha estado hablando.

Una técnica para inhibir la red neuronal por defecto es la distracción. Si dedicamos un poco de “ancho de banda mental” a leer los emails o jugar a Candy Crush, no nos perdemos en pensamientos y podemos dedicar un trozo de atención a la reunión. Pero el concepto de “ancho de banda mental” es igual de erróneo que el concepto de la multitarea: ya sabemos que nuestra atención tiene que alternar constantemente entre la distracción y la reunión con el correspondiente coste de tiempo y energía.

Si alguien dijera que le gusta estar aburrido/a sonaría bastante raro, pero cabría preguntarse por qué no nos gusta no tener nada que hacer. Cuando llegué a España hace 16 años, la gente de mi trabajo todavía se saludaba e incluso conversaba en los ascensores; ahora todo el mundo hace el “movimiento del vaquero” y sacan sus móviles como si fuesen pistolas para chequear su email. ¿Es qué no soportamos los dichosos silencios incómodos?

En un experimento publicado por la Universidad de Virgina, enfrentado con el reto de estar solos en una habitación durante 15 minutos con tan sólo sus pensamientos y una máquina electroshock, el 67% de los hombres y el 25% de las mujeres optaron por administrarse un calambre (¡uno de ellos se auto-electrocutó 190 veces en los 15 minutos!). Esto es otro tipo de aburrimiento, cuando intentamos evitar algo que no nos gusta – que puede ser algo tan aparentemente innocuo como nuestros propios pensamientos.

¿Cómo puede ayudar Mindfulness?

Mindfulness nos ayuda a entrenar la atención. Una de las prácticas consiste en centrar la atención en las sensaciones físicas en una parte concreta del cuerpo – usualmente en una zona que se mueve con la respiración, pero también podrían ser en las sensaciones de las manos o de los pies por ejemplo. La razón de poner el foco en una sensación física es porque sólo es posible sentir algo que está ocurriendo en este momento. Cualquier otro momento que no sea el momento presente es una ficción de nuestra mente o, en otras palabras, un pensamiento. Y un pensamiento suele conducir a otro… Esta capacidad de concentración nos ayuda a mantener la atención incluso en las reuniones más aburridas y a no entrar en pensamientos en bucle.

Otra práctica llamada “conciencia abierta” o “conciencia sin elección” permite que dejemos que nuestra atención vague libremente, con el único matiz importante de que seamos conscientes de cuál es el objeto de foco de atención en cada momento. Si tenemos bien desarrollada nuestra capacidad de concentración, es más fácil realizar esta práctica sin que nos perdamos. Los psicólogos lo llaman la meta-cognición – la consciencia de nuestros propios procesos mentales. Nos permite coger un poco de perspectiva sobre nuestros pensamientos, como si fuésemos nuestro propio psicólogo dentro de nuestras cabezas.

Si sólo trabajamos la concentración, puede que podamos estar muy enfocados en nuestras pantallas mientras un compañero está sufriendo un patatús, sin darnos cuenta de ello. Con la conciencia abierta, podemos elegir de manera consciente entre varias tareas simultáneas, y atender lo suficiente a cada una de ellas. Tal vez esto sea el secreto de los supertaskers.

Para el 98% de la población a quienes no se nos da bien la multitarea, Mindfulness nos ayuda a centrar la mente en lo realmente importante en cada momento y nos sirve como un antídoto a la distracción crónica cultivada por el exceso de estímulos en el mundo moderno. Con avances recientes en tecnología para escanear la actividad cerebral, se ha podido demonstrar que la práctica de Mindfulness reduce la activación de la red neuronal por defecto y la tendencia que tenemos a distraernos, ya sea sin darnos cuenta o a propósito.

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